¿Cuestión de salud? ¿Mayor accesibilidad? Sea cual sea la razón, lo cierto es que cada vez más personas consumen bebidas vegetales.
Repasemos algunas de ellas:
La mejor para cocinar y hornear dulces, cremas, batidos, helados, natillas e indispensable para hacer «buttermilk» (se corta con facilidad)
Bebida vegetal más dulce y espesa que otras. Puede usarse con café o cereales; también para salsas, natillas, bechamel y cremas dulces y saladas.
Su textura similar a la leche descremada la hace adecuada para preparar smoothies, pero no para bebidas calientes (demasiado aguada). Su cremosidad ha favorecido la aparición de yogures hechos con esta bebida vegetal.
Su textura es muy adecuada para el café y los cereales de los desayunos. Funciona perfectamente en recetas de repostería que lleven almendras.
Textura muy cremosa. Se suele utilizar para cocinar postres y dulces. Perfecta para hacer helados.
Recientemente se ha descrito un nuevo síndrome clínico de un tipo de alergia a alimentos que no es mediada por la inmunoglobulina E (IgE): el sindrome de enterocolitis inducido por proteínas de alimentos ( FPIES).
El Síndrome de Enterocolitis por proteínas de los alimentos es una intolerancia grave y peligrosa que afecta al sistema gastrointestinal en niños.
Este cuadro clínico reciente no es una forma de alergia, no involucra al sistema inmune. Es un tipo de intolerancia potencialmente grave.
Podemos distinguir 2 manifestaciones:
En los primeros meses de vida, los alimentos que con más frecuencia desencadenan esta intolerancia, son las proteínas de leche de vaca, soja e, incluso, las proteínas en leche materna.
En cuanto a los alimentos sólidos, los desencadenantes más habituales son el arroz y la avena. Investigaciones actuales incluyen otros desencadenantes comunes como: pollo, pescado, judías verdes, guisantes... La realidad es que cualquier proteína alimentaria puede actuar como desencadenante.
Las pruebas de alergia no sirven, por lo tanto su diagnóstico es clínico. Se evalúan los síntomas, se hace un examen físico y se realizan protocolos clínicos que omitan de la dieta el alimento sospechoso. Se confirmará el diagnóstico si, al reintroducir el alimento tras unas 8 semanas, reaparecen los síntomas.
El tratamiento más eficaz consiste en la prevención. Es necesario evitar la ingesta del alimento que desencadena la aparición de los síntomas.
En el caso de que los síntomas aparezcan, se requiere tratamiento hospitalario debido a su gravedad:
El aumento de las alergias alimenticias es algo real. Se puede afirmar que se puede ser alérgico a cualquier ingrediente, pero ¿existe la alergia a la carne?
Según las estadísticas, las frutas afectan a un 44,7 % de los alérgicos a los alimentos; los frutos secos un 28,4 %; los mariscos un 14,8 %; la leche un 11,2 %; el pescado un 10 %; y los huevos un 9,8 %. Pero, ¿qué sabemos de la alergia a la carne? Este tipo de alergia existe, pero es bastante atípica.
El mecanismo en este tipo de alergia es bastante complejo.Su conocimiento se lo debemos a las investigaciones del inmunólogo Thomas Platts-Mills (uno de los principales investigadores sobre esta alergia). En el origen de esta alergia, se halla el alfa-gal o molécula Galactosa-alfa-1,3-galactosa (tipo de azúcar que el ser humano no es capaz de sintetizar). Al no estar presente esta molécula en el ser humano, cuando nos ponemos en contacto con ella, nuestro sistema inmune reacciona.
La alfa-gal se encuentra en la saliva de las garrapatas (también en algunos mamíferos). De ahí que la raíz de que se produzca esta reacción, se encuentra en la infección por «la mordedura de garrapata«. Es decir, para desarrollar alergia a la carne roja, la persona previamente ha de ser mordida por una garrapata.
Aún hay mucho que estudiar sobre esta alergia. No todas las personas desarrollan la alergia tras la mordedura de una garrapata (sólo se desarrolla en un 10 %)
Sus síntomas no son inmediatos, sino que aparecen entre 3-6 horas tras la ingesta de la misma. Esta circunstancia dificulta relacionar los síntomas con la alergia. Podemos citar: erupción cutánea, dificultad respiratoria, espasmos cardíacos y, en casos extremos, shock anafiláctico.
Como en toda alergia, el tratamiento consiste en evitar el consumo de carne roja, sobre todo tras sufrir la mordedura de la garrapata.
La supresión de ingesta de carne puede no ser de por vida. Tras 6-12 meses, hay que comprobar si la molécula alfa-gal no está presente en la sangre. Si es así, puede ir probándose la tolerancia. Sin embargo, hay que eliminar de por vida, las vísceras, hígado, riñón y lengua del ganado.
Desde SEICAP (Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica), se informa que «uno de cada 4 españoles sufre algún tipo de alergia». Por lo tanto, conocer a qué sustancias se es alérgico en importante para prevenir reacciones. Veamos en qué consisten las pruebas de alergia.
Los especialistas recomiendan realizar pruebas de alergia ante la sospecha de padecer enfermedad alérgica. También, para llevar un control de evaluación de la alergia.
Se pueden realizar desde los primeros meses de vida, siendo igual de fiables y seguras que en edades adultas.
Es aconsejable no tomar antihistamínicos al menos 5-7 días antes de las pruebas para evitar falsos resultados.
Lo más habitual es que aparezca una pápula con enrojecimiento de la piel que la rodea. Dependiendo de la sensibilización del paciente, el tamaño puede variar. Son reacciones transitorias que desaparecen en unos 20-30 minutos. Para aliviar estas molestias se puede aplicar una crema antihistamínica o de cortisona.
Desde la SEICAP, se asegura que «el riesgo de reacciones sistémicas graves es bajo, pero no nulo»
Han de llevarse a cabo con alérgenos adecuadamente estandarizados y en los servicios de Alergología. Estos servicios cuentan con medios y personal sanitario especializado que puede atender las reacciones de forma inmediata.
El especialista evaluará el riesgo para valorar la realización o no de las pruebas. Hay que prestar atención en los siguientes casos:
El número de personas con alergias e intolerancias alimenticias en España, aumenta año tras año. Es raro que, en cada familia, no haya alguien que no las padezca. La situación es una gran preocupación cuando se organizan comidas o cenas familiares. ¿Cómo podemos afrontar una navidad sin alergenos que evite o, al menos, reduzca los riesgos?
Este es el punto de partida. Es imprescindible conocer la alergia o intolerancia de nuestro invitado. Con ello descartaremos los productos que NO puede comer.
Es de suma importancia elegir el menú que vamos a servir para poder controlar los ingredientes que vamos a necesitar. De esta manera, podemos organizar la lista de la compra eligiendo productos, sustituyendo ingredientes o adaptando la receta.
Hay que extremar la limpieza antes de cocinar. Debemos asegurarnos que los utensilios que utilizaremos no están contaminados de usos anteriores: horno, microondas, superficies, sartenes, cacerolas, cubiertos…
En este sentido tenemos 2 opciones: Diseñar un menú para todos, eliminando el alérgeno en cuestión o diseñar un menú específico para nuestro invitado alérgico.
Como podéis imaginar, la primera opción sería la que mas seguridad nos daría. Pero lo mas adecuado, no siempre es posible. Así es que, si optamos por menús distintos, hay que extremar las precauciones para evitar la contaminación cruzada:
Una vez dispuestos a comer, tampoco debemos bajar la guardia. Situar a nuestro invitado alérgico en un extremo de la mesa, puede ayudarnos a prevenir riesgos. Evitaríamos que, al pasarnos alimentos unos a otros por encima de la mesa, caigan restos en su plato (migas de pan, por ejemplo). En platos compartidos la persona alérgica debería servirse su ración en primer lugar (salsas, por ejemplo).
Cada vez es más fácil conseguir productos navideños sin determinados ingredientes. Lo importante en este sentido, es leer muy detenidamente las etiquetas de dichos productos. También podemos optar por hacerlos nosotros mismos.
Por último, y lo mas importante, DISFRUTAR tanto de las fiestas como de nuestros familiares.
Con estos consejos una navidad sin alergenos, es posible!!!
Un último consejo: si vais a un restaurante en estas fechas, preguntad antes, informad de vuestra alergia o intolerancia, aseguraos que os han entendido y que la carta especifica CLARAMENTE los ALERGENOS.
La alergia a legumbres es una reacción ante las proteínas de las legumbres con intervención del sistema inmune.
Entendemos por legumbres o leguminosas, las plantas en las cuales sus frutos están encerrados en vainas.
En la dieta española, las legumbres son un alimento muy usado. Por esta razón, la alergia a legumbres ocupa la quinta posición de alergias alimenticias en niños (7ª en adultos). Es más frecuente en la infancia que en la edad adulta y más en niños que en niñas.
Las especies que más reacciones provocan en España son : lenteja, guisante, cacahuete*, soja y altramuz. Las que menos: judía verde, blanca o pinta.
El cacahuete pertenece a este grupo. Por su alto contenido en aceite, hace que también sea considerado como un fruto seco. Además, provoca reacciones alérgicas muy similares a las que provocan los frutos secos.
Los síntomas no difieren de cualquier otra alergia alimenticia. Observamos
En muchos casos, la carga alergénica de las legumbres aumentan con el cocinado
Una característica de esta alergia es que, las reacciones dependerán de si las legumbres son frescas o secas.
En muchos alimentos vegetales, el calor suele modificar la estructura de las proteínas, disminuyendo así la capacidad alergenica de los mismos. Esto no sucede en las legumbres. En este caso, el calor aumenta la carga alergenica
El único tratamiento preventivo es seguir una dieta exenta del alérgeno en cuestión. En esta alergia es importante destacar que sería conveniente evitar la exposición a los vapores de cocción.
Aunque lo más normal sea consumir la legumbre como tal, hay que tener en cuenta que las podemos encontrar como espesantes y estabilizantes en las industrias alimenticia, textil y farmacéurica. De ahí que insistamos en leer con detenimiento las etiquetas de los productos que vayamos a consumir.
Algunos elementos que se deberían evitar:
Si aún tomando las precauciones anteriores se sufre de una reacción anafiláctica, es necesario recurrir al inyectable de adrenalina.
En el mundo vegetal existen proteínas compartidas con capacidad alergenica. Son los denominados panalergenos. Este hecho posibilita que pueda haber reacciones cruzadas en frutas.
Una persona alérgica a frutas y verduras puede presentar reacciones cruzadas entre frutas de la misma familia o de familias distintas.
Por si lo anterior no es suficiente, la alergia a frutas y verduras, está estrechamente relacionada con la alergia al polen (inhalación de pólenes). También tenemos que destacar la asociación existente con las reacciones al látex: síndrome látex – fruta.
Como ya hemos indicado, se dan reacciones cruzadas entre frutas de la misma familia o de familias distintas. Pero ahí no acaba la complejidad de esta alergia alimenticia. Veamos algunas de sus peculiaridades con otras alergias.
Las proteínas de las frutas son muy parecidas a las proteínas que causan la alergia al polen.
La similitud entre esas proteínas, hace que muchos alérgicos al polen pueden presentar síntomas de alergia con la ingesta de ciertas frutas y verduras frescas:
Las frutas contienen algunos antígenos presentes en el látex. De ahí que haya personas alérgicas al látex que desarrollen reacciones alérgicas ante ciertas frutas como: aguacate, kiwi, cereza, plátano, nuez, castaña, fresa, higo y melón.
Debido a la reactividad cruzada de este tipo de alimentos con los pólenes, en el diagnóstico de la alergia a frutas y verduras se pueden dar falsos positivos con frecuencia.
Para evitar esos falsos positivos, es necesario hacer pruebas de exposición bajo condiciones controladas.
Aunque ya hablamos de la diferencia entre alergia e intolerancia alimenticia, nos encontramos este dilema muy frecuentemente con el tema de la leche. Se siguen confundiendo y entremezclando ambos conceptos: alergia o intolerancia a la leche.
Si bien es verdad que es un alimento con múltiples beneficios para la salud, no es imprescindible (muchos otros alimentos pueden aportarnos nutrientes similares). Lo cierto es que no es nada raro oír: «la leche no me sienta bien«. Pero hay que saber distinguir perfectamente el porqué: ¿no tolero la lactosa o soy alérgico a la proteína de la leche?
Cuando la leche nos sienta mal porque somos alérgicos, la culpable es la o las proteínas de la leche de vaca (por extensión la de otras especies también: cabra, oveja).
El responsable es el sistema inmunitario que, al detectar como «extraña» esta proteína, reacciona de una manera exagerada provocando lo que conocemos como «reacción alérgica«.
Esta reacción da lugar a una serie de síntomas de manera casi inmediata, que pueden ir desde leves (picores, hinchazón, vómitos), hasta muy graves (anafilaxia). Los síntomas no se centran en el sistema digestivo y pueden afectar a otros sistemas como el respiratorio o la piel.
Su diagnóstico se hace en el servicio de alergología. Tras el diagnóstico, el tratamiento es evitar el consumo de leche y productos lácteos.
Si la leche nos causa problemas por ser intolerantes a la lactosa, la cosa es distinta. Aquí ya no interviene el sistema inmune y el problema está a nivel del sistema digestivo.
La causa es la lactasa. Es una enzima producida en el intestino delgado cuya misión es procesar la lactosa (azúcar de la leche). Al haber un déficit de lactasa, la lactosa pasa al intestino grueso sin procesar. Esa situación provoca una serie de síntomas como hinchazón abdominal, dolores, cansancio, diarrea y flautulencia (síntomas a nivel deigestivo casi exclusivamente).
Existen pruebas para su diagnóstico, pero no es necesario acudir al alergólogo. Sus síntomas son más molestos que graves.
Gracias a la existencia de muchos productos deslactosados («sin lactosa»), no es necesario prescindir totalmente de la leche y sus derivados en la dieta. Incluso, si la intolerancia es leve, se pueden tolerar pequeñas cantidades de lactosa.
Hemos oído hablar de una relación entre la alergia al huevo y vacunas. Lo cierto es que, si somos alérgicos al huevo, hemos de seguir una serie de recomendaciones en cuanto a determinadas vacunas y determinados medicamentos.
Esta vacuna se incluye en el calendario de vacunas con una primera dosis a los 15 meses y otra entre 4-6 años.
La vacuna triple vírica (sarampión, paperas y rubeola), está fabricada en células de embrión. En este sentido, podría contener algún resto de proteínas de huevo.
Su aplicación se hará en el Centro de Salud en dosis única. Se mantendrá al paciente en observación durante 60 minutos. En el caso de que el paciente haya sufrido anafilaxia tras la ingesta de huevo en alguna ocasión, lo adecuado sería derivar al hospital para su administración.
Sólo está contraindicada cuando se haya sufrido una reacción anafiláctica severa a algún componente de la vacuna o a una dosis previa de la misma.
Hace unos años, se utilizaba una vacuna alternativa (Triviratén®). Ésta se fabricaba de forma distinta y sin restos de proteína de huevo. Se aplicaba a niños alérgicos al huevo. Ya no se suministra pues no ofrecía una buena protección frente a las paperas.
Esta vacuna se cultiva en huevos de gallina, por lo que puede contener una cantidad reducida de proteínas de huevo. Si se es alérgico al huevo, hay que consultar con el médico.
Su administración se hará en el Centro de Salud. La vacuna ha de garantizar que la cantidad de proteína de huevo es <1,2 gramos por mililitro de vacuna. Se administra en dos dosis. Tras la primera dosis, se mantiene al paciente en observación durante 30 minutos. Si no presenta síntomas, se procede a la segunda dosis, tras la que se respetará un período de observación de 1 hora. En caso de reacción, se remitirá al hospital.
Está contraindicada en personas que hayan presentado una reacción anafiláctica severa ante la ingesta de huevo o con dosis previas de la vacuna.
Es una vacuna que se administra si se va a viajar a zonas tropicales.
Puede causar reacciones a personas con alergia al huevo. Por ello, está contraindicada en esta alergia alimenticia.
Si es imprescindible su administración, se remitirá a un centro hospitalario para valoración.
Hay vacunas que contienen proteínas de huevo: algunas antirrábicas o de hepatitis A. En estas situaciones, existen alternativas «sin proteína de huevo«.
Si eres alérgico al huevo, has de optar por estas «vacunas alternativas«.
Determinadas pastillas o medicamentos para infecciones de garganta, contienen lisozima; no estaría mal evitarlas. Pero siempre tras consultar al médico.
El anestésico propofol, también puede contener trazas de huevo. En caso de requerir anestesia con este producto, hay que comunicarlo al anestesista.
En cualquier caso, debemos comunicar al médico que somos alérgicos al huevo SIEMPRE.
Cuando se padece una alergia a frutos secos, es necesario seguir una dieta sin frutos secos. Nos referimos a los frutos secos como tal, a los productos que los contengan como ingredientes, a las posibles trazas de los mismos y a las precauciones para evitar la contaminación cruzada.
Y, volvemos a insistir, es imprescindible una lectura atenta de las etiquetas de los productos que se vayan a consumir.