Ante la pandemia que estamos atravesando nos parece importante compartir con vosotros información que tranquilice al colectivo celiaco. Os resumimos el mensaje transmitido por la Sociedad Española de Enfermedad Celiaca (SEEC) en relación al coronavirus y la enfermedad celiaca. Podéis consultar el artículo original en el siguiente enlace
En primer lugar, es necesario tener en cuenta las estadísticas. El Covid-19 afecta al casi 80% de la población con edades comprendidas entre 30-79 años. Solo un 2% de las personas afectadas, son menores de 20 años.
En segundo lugar, consideramos los sintomas del Covid-19. La sintomatología de esta enfermedad suele ser leves en un 80% de las personas afectadas. Entre sus síntomas cabe destacar: fiebre, tos, expectoración y malestar general. En un 20% de los afectados, los síntomas pueden ser mas graves haciendo necesaria la hospitalización: neumonía.
Enlazando con lo anterior, hay que tener en cuenta que la gravedad de los sintomas suele relacionarse con enfermedades que ya padeciera el paciente con anterioridad. Las personas de riesgo, por tanto, serían aquellas diagnosticadas de enfermedades tales como: enfermedades cardiovasculares, hipertensión, diabetes avanzada o enfermedades respiratorias crónicas.
A día de hoy puede afirmarse que padecer enfermedad celiaca no incrementa el riesgo ni de contagio ni de gravedad de la enfermedad
Sin embargo, hay que precisar una serie de consideraciones. Existe un subgrupo de pacientes con enfermedad celiaca con mayor susceptibilidad de padecer determinadas infecciones producidas por bacterias (Streptococcus pneumoniae, Haemophilus influenzae, Neisseria meningitidis) y virus (el Influenza y el virus del herpes zoster). Esto puede ser debido a varios factores:
Todos estos factores se agravan al no seguir una dieta estricta “sin gluten”
Desde la SEEC la única recomendación es mantener una dieta sin gluten estricta. De esta manera, los factores anteriormente citados se minimizarán o no se producirán.
En definitiva, los pacientes con enfermedad celiaca han de seguir los mismos consejos que la población general con el fin de evitar el contagio del Covid-19.
Si quieres más información puedes encontrarla en https://www.mscbs.gob.es/
El trigo sarraceno no es un cereal propiamente dicho, realmente es un pseudocereal. También es conocido con otros nombres: alforfón, trigo negro o trigo turco.
Un pseudocereal proviene de semillas de flores. Los cereales, en cambio, son el fruto de espigas de gramíneas. Aunque pertenecen a plantas de diferentes familias, tienen características similares a los cereales. Esto es, tanto su aspecto, como sus propiedades nutricionales e, incluso, su uso en la cocina; son muy parecidos. De ahí el nombre de pseudocereal (“falso cereal”).
Por lo tanto, el trigo sarraceno, como otros pseudocereales, no tienen nada que ver con el trigo. Está más relacionado con plantas como la acedera, el ruibarbo… Este motivo hace que el trigo sarraceno esté libre de gluten.
El origen de este pseudocereal podemos situarlo en Siberia. Su introducción en Europa sucede sobre el siglo XIII, aunque su consumo se popularizó durante el siglo XVI (sobre todo en clases bajas y para alimentación animal). Su uso disminuyó a partir del siglo XX cuando se optó por cultivos más productivos.
Actualmente los países productores de trigo sarraceno son China, Rusia, Ucrania y Estados Unidos. Por requerir un clima frío para su cultivo, en España es difícil su producción.
Todas estas propiedades hacen que tengan grandes beneficios sobre nuestra salud. Se convierte en un gran aliado para nuestra salud cardiovascular y para nuestro sistema circulatorio.
El trigo sarraceno es considerado un alimento muy versátil. Puede usarse tanto en grano como en forma de harina.
Es un excelente sustituto del trigo para elaborar productos sin gluten como pan, galletas, bizcochos, pizzas… Podemos encontrarlo en forma de espaguetis en la cocina asiática (Soba). En estos casos hay que asegurarse su certificación “sin gluten”, pues puede existir riesgo de contaminación cruzada.
Actualmente, el crecimiento que ha experimentado los productos aptos para celiacos, ha hecho del trigo sarraceno una buena opción. Esto lo ha posicionado en primera línea y su harina se utiliza para multitud de elaboraciones de este tipo de productos.
Cuando es usado en forma de grano, es importante dejarlo
en remojo la noche anterior. De esta manera se inactivan los anti-nutrientes.
Otra opción sería germinarlos durante varios días. Esta acción incrementa su digestión y valor nutricional.
Se usa como relleno de almohadas. Sus semillas se adaptan muy bien a la forma de la cabeza y cuello. Por ello, permite un descanso muy placentero. Otro punto a su favor es que es hipoalergénico.
En Nueva Zelanda es utilizado como fuente de polen. Así se favorece el combate contra las plagas de los cultivos.
Es una afección crónica de la piel caracterizada por ampollas de agua que causan mucho picor. La dermatitis herpetiforme es una forma de la enfermedad celiaca que se manifiesta en la piel. Por lo tanto es permanente y, tanto los síntomas como los daños, permanecerán si se consume gluten. Además, existe predisposición genética.
“Es una enfermedad rara, autoinmune, en la que nuestros propios anticuerpos van contra la piel”
El sistema inmunitario, ante la ingesta de gluten, provoca depósitos de anticuerpos IgA bajo la piel. Aunque afecta más a la piel que al intestino delgado, la ingesta de gluten continuada, puede provocar también el daño intestinal propio de la enfermedad celiaca.
Es más frecuente en hombres que en mujeres. Afecta aproximadamente al 10-15% de personas celiacas.
“Todas las personas con dermatitis herpetiforme son celiacas, pero no todos los celiacos presentan esta manifestación”
Los depósitos de IgA se convierten en erupciones que acaban transformándose en ampollas pequeñas y acuosas. Suelen aparecer en zonas de roce (codos, rodillas, espalda, hombros…), aunque pueden darse en cualquier otra zona. Una característica es que las erupciones suelen ser bilaterales (ambos lados del cuerpo).
El picor y ardor son severos dando lugar a una imperiosa necesidad de rascarse. Esta acción de rascado provoca irritación. A veces, da lugar a heridas que pueden infectarse.
Ante la sospecha de padecer dermatitis herpetiforme, el dermatólogo procederá a realizar una biopsia de la piel afectada. Si se encuentran depósitos de IgA, el diagnóstico será confirmado
Hasta el momento, el único tratamiento efectivo es una dieta libre de gluten de por vida. Una vez que aparece, se podría necesitar entre 1 y 2 años para eliminar los depósitos de IgA. Esto sanará las erupciones, pero no cura la dermatitis herpetiforme.
Existen medicamentos que se pueden usar (Dapsona). Eso sí, bajo prescripción médica y mediante un seguimiento regular para controlar los posibles efectos secundarios.
La dieta exenta de gluten ha de ser de por vida y no se debe adoptar sin el diagnóstico previo (para no alterar y dificultar el diagnóstico)
Siguiendo la dieta sin gluten, el pronóstico es muy bueno. Disminuirá considerablemente la severidad y frecuencia de las erupciones.
En algunas personas, el sol y el yodo, podrían provocar erupciones. Sin embargo, el yodo no se debería eliminar de la dieta sin supervisión médica y la protección solar será imprescindible.
Los pacientes con dermatitis herpetiforme tienen más probabilidades de desarrollar otras enfermedades autoinmunes: diabetes, lupus, vitíligo, osteopenia, anemia perniciosa y gastritis atrófica (enfermedades asociadas a la celiaquía)
Los problemas con el gluten nos crean algunas dudas con respecto a algunas patologías. ¿Qué me pasa? ¿Padezco enfermedad celiaca o sensibilidad al gluten o alergia al trigo? Conoce las diferencias.
La enfermedad celiaca es una «enfermedad sistémica autoinmune crónica provocada por el gluten y prolaminas relacionadas, en individuos susceptibles«
Su predisposición es genética. De ahí que la tasa de padecerla entre familiares sea más alta.
El gluten causa daño en las vellosidades intestinales del intestino delgado. Este daño provoca una mala absorción de nutrientes que da lugar a síntomas diversos no sólo en el sistema digestivo, si no en otros sistemas del organismo.
Entre estos síntomas: diarrea, estreñimiento, calambres, dolor de huesos o articulaciones, anemia, retraso en el crecimiento, migrañas, infertilidad… Una de las manifestaciones cutáneas más específica es la dermatitis herpertiforme (erupción en la piel).
Para su diagnóstico son necesarios análisis sanguíneos, seguidos por una biopsia del intestino delgado.
Actualmente, el único tratamiento en mantener una dieta libre de gluten de por vida.
En ciertas personas se dan reacciones adversas ante la ingesta de gluten. Sin embargo, las pruebas descartan que sean celiacas.
Las reacciones pueden comenzar hasta 48 horas después de la ingestión de gluten y pueden durar mucho tiempo.
Esta alteración no está bien definida. Es una reacción que no involucra al sistema inmune, ni tampoco es una reacción autoinmune como la EC. Tampoco existen pruebas para identificarla.
Según algunos estudios, se estima que puede afectar entre un 2% y 6% de la población.
Sus síntomas son muy similares a los de la EC: calambres, diarrea, estreñimiento, migrañas, fatiga, dolor de huesos y articulaciones… A menudo, predominan los síntomas no grastrointestinales. No existe ninguna indicación de que cause el mismo tipo de daño al intestino como la EC.
No existen pruebas específicas para su diagnóstico. Por tanto, su diagnóstico se hace excluyendo otras posibles causas de los síntomas (como descartando Ec o alergia al trigo). Tras descartar otras enfermedades, se establece una dieta exenta de gluten. Si se produce mejoría, se diagnostica SGNC.
El tratamiento, al igual que en la EC, es una dieta exenta de gluten. Sin embargo, algunos pacientes pueden tolerar una dieta baja en gluten.
En este caso estamos frente a una reacción que involucra al sistema inmune (mediada por IgE). La reacción se produce ante cualquiera de las proteínas existentes en el trigo.
Esta reacción es inmediata. Puede incluir una gran variedad de síntomas, desde leves a muy graves: comezón, urticaria, nausea, dolor abdominal, hinchazón de labios y lengua, problemas para respirar o anafilaxia (este último con gran riesgo para la persona).
Su diagnóstico, como en cualquier otra alergia, se lleva a cabo mediante pruebas de RAST o de punción en la piel en el servicio de alergología.
El tratamiento es la eliminación de la dieta de todas las formas de trigo. Se podría incluir en la dieta gluten, siempre y cuando éste no proceda del trigo.
Como en muchas alergias, los niños pueden superarlas durante la infancia. Sin embargo, si aparece en edad adulta suele ser permanente.
Los síntomas de la enfermedad celiaca son muy heterogéneos entre los pacientes que la padecen. Pueden afectar al sistema digestivo o a otras partes del cuerpo, incluyendo alteraciones del carácter (irritabilidad, depresión…). Incluso hay personas que, siendo celiacas, son completamente asintomáticas.
Entonces, ¿cómo saber si soy celiaco?
Podríamos enumerar una serie de síntomas clásicos relacionados con la absorción reducida de nutrientes tales como: diarrea, distensión abdominal, pérdida de peso, pérdida de apetito, fatiga, nauseas, vómitos, pérdida de masa muscular, retraso en el crecimiento, dolores abdominales, meteorismo, anemia por déficit de hierro resistente al tratamiento, irritabilidad…
Pero también se pueden considerar otra serie de síntomas que abarcan: migrañas, síndrome de fatiga, dolor de articulaciones, osteoporosis prematura, infertilidad, depresión…
Pero, ¿influye la edad a la hora de destacar unos síntomas sobre otros?
El gluten no se suele introducir en la dieta hasta aproximadamente los 6 meses de edad (introducción de cereales en papillas y biberones). Por lo tanto, la aparición de los primeros síntomas dependerá del momento de la inclusión del gluten en la dieta.
A partir de esta introducción, los síntomas más frecuentes son: delgadez, retraso en el crecimiento, estancamiento ponderal, episodios de diarrea o estreñimiento muy acusados, distensión abdominal, vómitos, falta de apetito, malas digestiones, heces descompuestas, laxitud e irritabilidad. A veces, también aparecen bronquitis de repetición y sarpullidos en la piel.
En la mayoría de las ocasiones suele ser una etapa asintomática. Los síntomas digestivos pueden no aparecer, pero sí puede presentarse una anemia ferropénica que resiste al tratamiento. Otros síntomas podrían ser: estreñimiento, retraso de la talla, cansancio…
En el caso de las mujeres, aparecen desórdenes menstruales (menarquías tardías, sangrado copioso…). Estos desórdenes pueden ser usados para explicar la anemia anteriormente citada, retrasándose así un posible diagnóstico de celiaquia.
En esta etapa puede cursar con manifestaciones digestivas clásicas: diarreas graves, dolor de estómago, vómitos, pérdida de peso, estreñimiento, reflujo…
Pero lo más frecuente es que se consulte al médico por síntomas tales como: anemia ferropénica refractaria, dispepsia, hinchazón, intestino irritable, dolores óseos y articulares, osteoporosis, parestesias, deficiencia de B12 y ácido fólico, cefaleas, ansiedad y depresión, abortos e infertilidad en las mujeres…
Ante cualquier sospecha, ya sea por antecedentes familiares o por sintomatología, es necesario proceder al diagnóstico.
Se precisa un examen clínico y una analítica en sangre, que incluya los marcadores serológicos de enfermedad celiaca (tTG, EMA y DGP). Aquí también se puede incluir la prueba para los HLA DQ2/DQ8 que confirmen la predisposición genética.
Sin embargo, las diferentes formas clínicas de la enfermedad, hacen que esto no baste para un diagnóstico clínico certero. Para confirmar con certeza la enfermedad celiaca, es imprescindible una biopsia intestinal que determine si el intestino delgado está o no dañado (para esta prueba es imprescindible no retirar el gluten de la dieta).
Tras la confirmación del diagnóstico, el único tratamiento consiste en una dieta estricta sin gluten durante toda la vida. La mejoría puede tardar meses y se comprobará en los niveles normales en sangre para anticuerpos y en la recuperación de los daños del intestino delgado.