¿Quién no ha oído hablar de los test de intolerancias alimentarias? Este tipo de test están en auge hoy día. Pero, ¿realmente funcionan?
Es evidente que existe un aumento en las reacciones a los alimentos. Sin embargo, no todas las reacciones son iguales. Por ello, es importante distinguir entre alergia e intolerancia.
Las intolerancias a los alimentos son reacciones ante la ingesta de determinados alimentos debidas a mecanismos enzimáticos, farmacológicos o indeterminados. No implica al sistema inmune, sino que es el sistema digestivo el que tiene problemas para procesar determinado alimento.
En cambio, en las alergias sí participa el sistema inmune y sus consecuencias pueden ser muy graves.
La causa principal de las intolerancias, radica en el déficit de alguna enzima que dificulta la metabolización del alimento. De ahí que sólo están demostradas científicamente unas pocas. Éstas son: la intolerancia a la lactosa, malabsorción a la fructosa, la hipersensibilidad a los sulfitos y la sensibilidad al gluten no celiaca.
Tanto las alergias como las intolerancias requieren de una prueba concreta realizada por un especialista para determinar si efectivamente existen y a qué sustancias se deben.
El creciente aumento de las reacciones a alimentos, ha propiciado un auge en la oferta de test de intolerancias alimentarias. Se los conoce como «test IgG de intolerancia alimentaria» o «test de sensibilidad alimentaria». Con ellos se puede, en teoría, analizar con una sola prueba, la intolerancia a decenas de compuestos y alimentos.
Entre la gran variedad de pruebas podemos encontrar: determinación de IgG a alimentos mediante un análisis de sangre; kinesiología; test citotóxicos; pruebas de activación de linfocitos; y, pruebas electrodérmicas.
Te resultarán familiares nombres como: Test A200, Test Fis, Test VEGA o Test Alcat. Incluso algunos que puedes hacértelos tú mismo en casa: HemoCode o Good detective.
Todos los informes de instituciones médicas nos indican que, ninguno de estos test tiene una base científica. Es decir, no hay ningún respaldo que garanticen que los test de intolerancias alimentarias funcionen. Por poner un ejemplo: “la presencia de anticuerpos IgG en la sangre, solo prueba el contacto con un determinado alimento, pero no la intolerancia al mismo”
En definitiva, las intolerancias alimentarias han de detectarse una a una si existe sospecha de poder padecerla. Por lo tanto, no existen “test masivos” que, con una sola muestra, diagnostiquen intolerancias a múltiples alimentos.
El mayor riesgo que conlleva la utilización de estos test, consiste en que pueden ofrecer resultados “incompletos y/o erróneos”. Este hecho da lugar a:
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