Las personas alérgicas e, incluso las personas veganas, han de observar cuidadosamente los productos que consumen para evitar los “ingredientes prohibidos”. Cuando se acercan fechas en las que nos reunimos en torno a la mesa o comemos fuera, nos encontramos con un problema importante: las trazas. Esta situación plantea un serio riesgo en personas alérgicas y es un problema para los restaurantes.
Las trazas se refieren a pequeñas cantidades de un determinado alérgeno en un producto que, en principio, no lo tiene como ingrediente.
Un alimento que “contiene o puede contener trazas”, no lleva el alergeno como ingrediente. Su aparición puede ser debida a la contaminación cruzada.
Aunque las cantidades sean muy pequeñas, pueden afectar a la salud de la persona alérgica, intolerante o celiaca. Por lo tanto, es una información importante que no hay que obviar.
No hay establecido un “umbral mínimo” que obligue a su declaración en la etiqueta, puesto que dependerá de la sensibilización de cada persona. Por ello, ante el mínimo riesgo, es preferible indicarlo como precaución.
Que un producto no esté elaborado con un determinado alergeno, no garantiza al 100% que no pueda contener trazas del mismo. Esto es debido, mayoritariamente, a la contaminación cruzada.
La contaminación cruzada se produce cuando un alimento entra en contacto, directa o indirectamente, con otros. Este contacto da como resultado el intercambio de sustancia entre esos alimentos.
Excepcionalmente, su inclusión como advertencia en el etiquetaje, se puede deber al “desconocimiento exacto” del uso de “determinados ingredientes”. Es decir, cuando para la producción de un producto, se usan ingredientes ya elaborados de los que desconocemos su origen (por ejemplo, aditivos)
Lo ideal es que sólo apareciera el lema: “contiene trazas de”, cuando no se puede garantizar al 100% su existencia o cuando se sabe con seguridad que esta se ha producido.
Sin embargo, normalmente solemos encontrarnos con lemas tales como: “puede contener trazas de” o “fabricado en una fábrica que también utiliza”. Dentro de un contexto tan serio en la regulación del etiquetaje de los alimentos, ofrecen la idea de que se dirige más a la seguridad de los fabricantes que a la de las personas con alergias e intolerancias. Esta ambigüedad da como resultado una mayor limitación en la elección de productos aptos.
Parece haber un consenso entre los médicos en evitar los productos que “contengan o puedan contener trazas”. Sin embargo, existen algunos médicos que aconsejan el consumo de este tipo de alimentos. Se basan en la idea de que pueden ayudar a la “desensibilización” del organismo ante ese alérgeno.
Solo el alergólogo podrá indicarnos qué hacer al respecto de las trazas
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